Archive for junio 2009

Jackson Five

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Me aturdes. Defintivamente me vuelves loco. ¿Por qué lo haces?

No lo sé.

Te habrá dado por mezclar antibióticos con alcohol.

El caso es que me da igual. O al menos eso quiero, que me de igual. Porque de donde no se puede sacar nada bueno es mejor alejarse, aunque sea arrastrándose. Porque es cierto lo que dice la canción de ese "Rey del Pop" al que todo el mundo ahora resulta que ADORA: "What you don't know won't hurt you".

¿Os habéis dado cuenta? Siempre ha habido y habrá fans incondicionales pero, ¿a qué viene que todos ahora se consideren amantes de su música? Obviamente, será porque la muerte nos consagra, nos regala el punto de excelencia que nos falta en vida. Después de muertos todos somos buenas personas, todos hemos sido angelitos a pesar de haber sido acusados por pederastia.

No quería hablar de este tema aquí pero bueno, ya que se me ha venido a la cabeza esa canción, habrá que hacerle un pequeño homenaje. Señor Rey del Pop, enhorabuena por acceder a otro nivel. A este paso podrán beatificarle desde el Vaticano; o quizá no porque usted toca a niños; ah no, tonto de mí, ¡que algunos en el Vaticano también lo hacen! Pues eso, beato sea.

Chorradas a parte, descanse en paz señor Jackson.

Y descansa tú también y déjame en paz.

Pasteladas

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Es curioso cómo una película puede levantarte el ánimo. Un pastelón de película, de acuerdo, pero -será por las circunstancias, será por el calor- debo admitir que me ha tocado la fibra sensible.

Exactamente igual que esa sensación. La experiencia de subir más tiempo de la cuenta en una montaña rusa tras haber comido una hamburguesa doble con queso -americanismo puro, hicieron daño McDonalds y los jodidos parques de atracciones-: Sientes tu estómago rugir, con toda esa comida dando vueltas dentro. En un momento, y como si te fuera la vida en ello, te da por vomitar en una papelera con forma de pingüino mientras la gente que pasa detrás de ti se te queda mirando con esa cara de "¿y éste?". Pero, la verdad, a ti te da igual. Lo has echado, te hacía falta. Te sientes bien, incluso mejor que antes de tomarte aquella masa de carne de...¿vacuno? -permitidme ser escéptico, por una vez nada más.

Pues es lo mismo. En tu cabeza hay un cúmulo de cosas dando vueltas y no paran de entrar más y más chorradas. Igual que la hamburguesa doble con queso. De repente, quizá con una tontería como la película que vimos esta noche -"El amor se mueve", se llama- parece todo aclararse. Te permite colocarte en un punto de vista objetivo, alejarte de ti mismo y poder dejar salir de tu cabeza toda la mierda guardada con cariño a lo largo del tiempo. Igual que la hamburguesa doble con queso en la papelera con forma de pingüino del parque de atracciones. Lo expulsas todo y te sientes realmente bien.

Pero, ¿qué era en verdad aquello que te aturdía? No sé si era el amor. Puede que fueran las altas temperaturas, quién sabe.

Dejémoslo pasar, después de todo el rollo de la hamburguesa con queso y la montaña rusa no merece la pena. Te vuelve a rugir el estómago; se ha quedado vacío. Tienes hambre de nuevo y te diriges a la primera hamburguesería a zamparte lo que te pongan delante. Y vuelves a llenarte el estómago, o mejor dicho, la cabeza, de porquerías. Pero el caso es que te gusta.

En tus sesos sucede de igual manera. Se quedan vacíos y, a la mínima, los vuelves a llenar con bobadas iguales o peores que las anteriores. Pero el caso es que te gusta.

Será el amor, serán las altas temperaturas. No sé.