Archive for mayo 2010

Ensalada con salsa agridulce de primero

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No puedo dejar de escuchar esa canción que me recuerda a ti.

"Voy a dejarme llevar por el licor. Vamos a hacernos los muertos"

No evito, tampoco, volver a leer este blog absurdo donde cuelgo lo que me pica para dejar de rascarme un par de segundos y no dejo de ver entradas como aquella del ascensor. Es gracioso cómo la cabra tira para el monte. Sí, no dejaré mis gustos jamás. Me gustan los autobuses, los trenes, las personas y el sexo. Me gustan los ascensores. Y como buen amante de los ascensores no puedo hacer otra cosa que volver a ellos, esta vez para besar otros labios. Me equivoqué como un tonto, puede ser, pero disfruté los dos segundos de gloria y los veinte de desconcierto. Se dejó hacer y sonrió, con eso fue suficiente.

Somos seres de costumbres, como ya dije, y la mía es equivocarme. Caer dos, tres, cuatro veces en la misma jodida piedra y no escarmentar. Cerciorarme de que el amor no está hecho para mí, de que estaré solo siempre y no apenarme por ello. Alegrarme porque me quedan trenes, buses, ascensores y besos, aunque sean vacíos, para continuar tirando. Ser feliz porque el dulce sigue siendo más que el amargo en la salsa china de mi ensalada.

Joderme y sonreír, como hacen los buenos seres humanos.

Sangre seca

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Te vestiste con tus mejores galas. Botas altas acordonadas hasta arriba, tu mejor camisa y esos pantalones que tanto te gustan. Cómo iba a faltar tu compañera más fiel, ésa que siempre estuvo a tu lado. Cómo iba a faltar tu navaja de seis muelles. La tarde estaba clara cuando quedasteis en el bar, aún era demasiado temprano. Era mejor tomar algo para poder actuar con menos remordimiento de conciencia, aunque de eso a vosotros os quedaba poco. Cuando llegó el momento salisteis por la puerta pensando que erais Hooligans; la luna a vuestras espaldas, el alcohol entre vuestras venas corriendo por vuestros sesos y la sed de matar d eun jaguar. Vuestro objetivo era sencillo: limpiar de escoria las calles, de toda esa chusma que no para de llegar y que acaba con nosotros poco a poco. Las víctimas estaban claras. Podíais haber comenzado con cualquiera amarillo o con los sudacas que pasaron junto a vosotros, pero eran demasiados. Aquel negro que estaba solo era una buena diana, pero se os escapó. Os podíais conformar con ése que dormía en un banco aquella noche. Es un trabajo duro, hay que reconocerlo, pero sabíais que todos os lo agradecerían al final.

Una manada de lobos, una jauría de perros, un grupo de tiburones asociados para cazar juntos. La sombra de vuestras figuras, acercándose en formación hacia el banco de aquella plaza dle barrio de El Carmen, hubiera erizado el vello a cualquiera. La presa no se percató hasta que ya estabais sobre él. Su rostro fue vuestro deleite, el miedo vuestro almíbar, la sensación de superioridad vuestro mayor lujo. Pero vuestra obra quedó inacabada y hoy no hacéis más que llorar bajo un techo de cemento. Quién diría que unos muchachos como vosotros, lobos, podían llorar como cachorros. Aquella noche salisteis a cazar, pero vuestras presas se os rebelaron. Llorad, tiburones sanguinarios, porque fuisteis a matar. Gritad y golpead las paredes de impotencia. Pereced, perros, como se merecen los asesinos ilegítimos.


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Relato Hiperbreve para el XV concurso "Todos somos diferentes" de la Asamblea Juvenil de Derechos Civiles en colaboración con la Fundación de Derechos Civiles y el INJUVE de España. Bases de la convocatoria en www.civilia.es