Archive for diciembre 2012

Los inmortales

1 Comment »

¿Sabes cuando crees que sí pero al final es que no? Pues bien, tú no has sido el primero en sentir esa sensación.

Si eres de esos a los que las cosas les suenan, debes haber vivido antes. Hay gente de esa forma. Han vivido más veces. No es ni mejor, ni peor. Es simplemente más. 

Si te sabe la boca a tabaco -y me atreveré a decir Ducados y me atreveré a decir Blanco- y a algún tipo de alcohol barato sin ni siquiera haberlo probado, tú debes haber vivido antes. Si crees que todavía quedan evidencias de personas buenas sin haber conocido a ninguna y si el mundo sigue mostrando signos de crueldad y asco, tú debes haber tenido una vida antes que ésta.

No es cuestión de compartir cosas con nexos pasados. No es simplemente reencarnarse. Es adelantarse al hecho, es oír diferente y contar las cosas de una manera distinta. Es haber nacido ayer, aunque en tus documentos se cuenten 7300 días más. Es no llevar agarrado contigo más que el asombro de levantarte. 

Si tus pies se notan fatigados pero resueltos, si caminas como de puntillas, tú has tenido que haber vivido esto antes. Quizá no así, quizá no es azul sino que es magenta. Pero tú estabas aquí antes que yo.

Si tu color ha dejado de ser el que tú creías que era, tú debes haber vivido antes. Y no es que yo lo haya experimentado. Es que algunas noches, no demasiadas, me crucé con ellos. Me susurraron cosas entre el humo. Me dijeron que nada de lo de acá era verdad. Y no se me ocurrió otro nombre para ellos. Tuvieron que venir los inmortales.

Tus pedazos

No Comments »

Ladrillo a ladrillo. Baldosa a baldosa. Pedazo a pedazo. Construyamos lo que quieras. Un chalé, una cabaña en la playa o en el bosque, una barca, una vida. Pero por dios, por dios te pido, manchémonos las manos juntos. 

Que no se acaben los pasos que haya que dar. No ahora. No hasta dentro de un rato. Llevo mucho tiempo buscándote y llevas mucho tiempo buscándome. No podemos dejar el tiempo escapar ahora.

Dejemos el lamento insano. Y que cuando haya que sembrar de dinamita los cimientos de esa casa que acabamos de constuir, que lo hagamos sin pensarlo. Que no nos dé pena lo alto que pueda volar. Que las cosas, a veces, se hacen para romperlas, y si no lo rompemos nosotros vendrá alguien a cargárselo en nuestro lugar. 

Y pasemos a otras cosas. Y construyamos algo nuevo. Y que no se acabe. Aunque sea tópico. Aunque sea típico. Que sea cíclico. Y así, hasta que no quede nada, ni nadie. Ni ciervos en el bosque, ni señoras con bicicletas ni huecos donde esconderse.