Un relato corto - Chémi

Gustavo siempre pensó que viviría en una casita a la orilla del mar. Una de esas casas con un porche en las que puedes salir con una tumbona y ver romper las olas. Gustavo siempre quiso tener una furgoneta. Una de esas Volskwagen Camper roja y blanca que llevaban los hippies con un colchón en la parte de atrás. Gustavo decía de pequeño que iba a tener una novia y que iba a recorrer el mundo. Gustavo quiso tantas cosas…

Quién le diría hoy a Gustavo que viviría en un séptimo piso compartido en los suburbios de Barcelona. Quién le iba a decir que lo máximo que tendría sería una bicicleta, la gasolina estaba muy cara. De novias prefería no hablar; se excusaba porque, decía, quitaban el tiempo. Él quería ser libre, pero con una habitación que pagar y un trabajo que mantener no se podía serlo demasiado.

Como de costumbre, Gustavo se despertó con el timbre de su viejo despertador Casio por el que no parecían pasar los años. Se quitó las legañas en el espejo partido por la mitad de su cuarto de baño y tomó un café, si es que a aquello podía llamársele café. Esa mañana le apetecía ponerse la camiseta roja con el logo aquel de la marihuana; eso sí que era ser libre, no todo el mundo puede ponerse la camiseta que quiera. Enganchó a sus orejas el reproductor MP3 y salió del piso, bajando las escaleras en tramos de cuatro.

Llegó a la parada del autobús que tomaba todos los días, el número tres que enganchaba en la Diagonal con la línea diecinueve. Allí esperando encontró una moneda de dos euros en el suelo. Un día que comenzaba bien, pensó él. El bus llegó a la hora exacta, como todas las mañanas, a las 7.35. Estaba casi vacío y, al ver que no había nadie más esperando, el conductor cerró las puertas. Gustavo vio por el lateral del vehículo una chica correr con un maletín en la mano. Con las puertas ya cerradas, la mujer dio un par de golpes. Pensó por ello Gustavo que era otra de esas tías estúpidas. ¿Qué más le daría esperar quince minutos al siguiente autobús? Las mujeres son así, se consoló.

La impaciente chica subió disculpándose con el rostro enrojecido por la carrera. Fue entonces cuando Gustavo pudo ver lo guapa que era en realidad aquella mujer. Era morena con los ojos verdes oscuros y bastante alta. Llevaba el pelo suelto y un maletín oscuro en las manos. Vino a ocupar el lugar que había justo al lado de Gustavo, quien apartó la mirada hacia el cristal derecho. Llevaba los auriculares puestos y el MP3 con el volumen al máximo, por lo que no escuchó lo que le dijo su compañera de asiento.

- ¿Qué? –gritó Gustavo.

- Nada, que si eran los Rolling Stones eso que estás escuchando –preguntó la chica, mirándolo fijamente a los ojos.

- Si, ¿te gustan? –respondió Gustavo sosteniendo su mirada.

- Cómo no gustarme, son un clásico.

- ¿Quieres un casco? –ofreció Gustavo. Aquella mañana estaba amable. Sería porque había encontrado dos euros.

- Sólo si tienes Satisfaction –pidió la dama, cambiando entonces de pista el atontado joven.

- Claro. ¿Cómo te llamas? –dijo él mientras le mostraba el auricular.

- Me llamo Sonia, ¿tú?

- Gustavo me dicen –se presentó, intentando hacerse el graciosillo. No lo consiguió. La chica se limitó a escuchar la canción durante el trayecto del autobús. Entonces trató Gustavo sacar conversación con esa típica frase-: Y, ¿vienes mucho por aquí?

- Sí. Lo siento, esta es mi parada –interrumpió ella devolviéndole el auricular-. Hasta luego… Gustavo, eso, Gustavo.

- Adiós.

Bajó frente a unos pisos blancos y entró corriendo en uno de los portales. Llevaría prisa aquella mañana la mujer, porque se dejó el maletín negro de piel en los pies de Gustavo. Cuando se dio cuenta se puso bastante nervioso. Ella quizá también. Pensó el chico qué sería lo correcto, qué se hacía en esos casos, ¿se llevaba a la policía? Sería poco caballeroso de su parte, se dijo, y bajó en la siguiente parada. Le distanciaban unos cuantos cientos de metros de donde había bajado Sonia y él no tenía demasiada prisa, por lo que se propuso devolvérselo.

Caminó por las calles de la Ciudad Condal hasta llegar a los edificios blancos en los que había entrado la chica. Miró los telefonillos. ¿A dónde se dirigiría? Era casi imposible saberlo. Había dieciséis plantas con siete pisos cada una, todos ellos de oficinas. Se le apareció entonces un nombre que le sonaba familiar: Sonia Caparrós, abogada. Vaya día llevaba Gustavo, todo le salía bien. Tomó pues el ascensor y llegó al quinto piso, donde estaba el bufete de Sonia. Llamó al timbre y abrió la puerta, sofocada, la chica del bus. Se le quedó mirando a la cara y Gustavo se enrojeció.

No pregunten cómo ni porqué. No pregunten qué se le pasó por la cabeza a Sonia en aquel momento pero le lanzó un beso largo y dulce a Gustavo en los labios. El chaval se quedó extrañado al principio pero se relajó a los pocos segundos. ¿Qué estaba haciendo aquella mujer? ¿Qué se le habría ocurrido para ponerse a besar a aquel tipo con una camiseta con el logo de la marihuana?

Puede que fuese porque Gustavo era el hombre de su vida. Puede que fuese porque estaba muy preocupada por su maletín y él lo había traído de vuelta. Puede que fuese una loca ninfómana que besase a cualquier tío que conociese en un bus.

Sonia se separó de Gustavo, dándole las gracias. Lo invitó a pasar a su oficina y se cerró, tras ellos, la puerta marrón. Quizá ambos fuesen a vivir a aquella casita en la costa que tanto adoraba Gustavo, o a lo mejor se compraban una Camper, al fin y al cabo una habitación no te sometía a vivir amarrado a ningún lado. Lo que sí era probable es que Gustavo había encontrado a una chica. Ya no podría ser libre, le quitaría el tiempo una mujer. Lo que más le preocupaba a Gustavo era que quizá no se podría a volver a poner la camiseta que quisiese una mañana cualquiera.

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Bueno, pues aquí está el relato que he escrito esta noche para presentarlo mañana a un concursillo literario de mi instituto. Como siempre se me echa el tiempo encima. Espero que les haya gustado y no les haya aburrido mucho. ¿No queríais leer? ¿No decíais que os aburríais? ¿Querías caldo? Pues toma tres páginas.


Sin mucho tiempo más para escribir por aquí, les voy dejando. Mañana actualizaremos con algo coherente. Gracias por leer!





En la pic: Manu Chao, lo que estoy escuchando ahora...

"Mama was queen of the Mambo
Papa was king of the Kongo
Deep down in the jungle
I start banging my first bongo
Every monkey'd like to be in my place instead of me
Cause I'm the king of Bongo baby I'm the king of Bongo-bong
I went to the big town where there is a lot of sound
From the jungle to the city looking for a bigger crowd
So I played my boogie for the people of big city
But they don't go crazy when I'm banging on my boogie"

This entry was posted on domingo, 18 de enero de 2009 and is filed under ,,,. You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0. You can leave a response.

6 Responses to “Un relato corto - Chémi”

  1. pero que grande que eres!!

    Sé que no hara falta que yo lo diga,ya te lo dicen profesores,expertos y demás...pero vas a llegar lejísimos.
    Tienes un don que poca gente tiene,aprovechalo.

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  2. increible macho... estaba dentro de ese autobus con gustavo... sí... lo he vivido... poca gente ha hecho que yo haga eso... así que eres grande, ya te lo he dicho por msn y te lo digo ahora.

    P.D: eres grande, muy grande, te lo repito las veces que quieras.

    P.DD: me pone mucho.

    Buenas tardes tardes.

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  3. Pues me ha encantado. Y ya te lo he dicho, pocas veces he logrado alcanzar ese estilo, el de vivir a través de los objetos, aunque siempre me ha gustado^^

    Ojalá ganes, pues.

    Un beso!

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  4. oye esto esta dpm, estas hecho un máquina escribiendo. El final me ha parecido un poco brusco jaj pero no hay nada que decir es perfecto, y si además es para un concursillo del insti fijo que lo ganas jej.
    tendrás que hacer cuando te aburras, aunque solo sea para nosotros, una segunda parte jej.

    Un abrazo!




    1m1s1b!








    Javi

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  5. chisssss vaya final...
    jajajjajajajaj
    Truncado,no???
    jijiji

    Josemi.... sigue practicando y aver si algun dia me invitas a la redacion del periodico donde vas a trabajar, para morirme de la envidia jajaja

    o mientras estas de corresponsal, tb puedo ir a visitarte jejeje


    BESAZOS!!!

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  6. Excelente, me agrado leer algo que palpa objetivamente la realidad...cuantas veces no soñamos con ser simplemente LIBRES, ademas de que la vida real es el mejor extasis para despertar y seguir adelante...
    Asimismo las aventurillas y las cosas que son graciosas y a su vez inexplicables estan a la orden del dia, solo hay que salir y cojer un auto-bus, o caminar en calle para oler el incofundible sonido de la alegria y lo especial que tiene cada persona...
    En fin,no tengo nada mas brillante o estupido que decir... solo que me agradaria leer aun más.

    Muchos exitos y besos...LUZMA.

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