Archive for 2009

Soy

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Soy especial. Tengo una capacidad de convencer que pocos tienen. Siempre me han halagado y me han dicho lo buena que soy. Lo que no saben es que en el fondo soy una zorra.

Los chicos malos del barrio toda la vida me dijeron que era a la que más querian y los chicos buenos que se hacían pasar por malos me terminaron deseando. Las niñas, aunque me de vergüenza reconocerlo, me cataron cuando les tocó. Estuve en las más altas esferas, lo tengo que decir, y llegué a arrastrarme por lo más bajo; siempre de blanco, ya fuese de gala o de luto, me paseé por donde quise y besé a quien me dio la gana. A día de hoy no entiendo de sexos, ni edades, ni clases. Todo vale en mi juego y parece irme bastante bien. Piso fuerte, te dejaré sin respiración si me lo propongo. Y sabes que lo sé, y sé que lo sabes; entonces ¿qué intentas conmigo?

Salgo todas las noches y la mayoría andan pendientes de mí. Soy indispensable en tu fiesta, irremediablemente estaré ahí si quieres triunfar después de los cubatas. Lo mejor, la crème de la crème, te daré el punto de inhibición que te falta para atacar; sabes que eres tímido y que sin que esté yo no puedes. Te haré volverte loco, te haré sentirlo todo mejor. Tus pupilas se van a dilatar cuando me aprecies de verdad, tus nervios se van a acelerar. Tu sábado de mierda se va a convertir en el más increíble de toda tu vida.

Ven, joder, que no muerdo -tú tampoco morderás dentro de poco, te quedarás sin dientes-. Porque como dije antes, soy una perra, soy un mal bicho. Piénsatelo bien antes de conocerme. Si un colega quiere que te me presentes no le hagas caso, sigue tu camino. De lo contrario lo vas a lamentar, no hoy ni tampoco mañana, pero te acordarás de lo que ahora te digo. Soy la hija de puta que se ha llevado para delante familias completas, soy la que se cargó los planes de ese padre y de esa madre para aquella niña que acababa de nacer. Sabes a lo que me refiero, desde que esa chica de barrio alto llegó a una casa acomodada me dejé aparecer y lo mandé todo a la mierda. ¿Lo peor? Que me gusta y que no me avergüenzo de ello. Ese bebé que tuvo la chavala de barrio bajo fue mi diana, tan dulce y con esos ojos. Se me ocurrió un plan: me iba a colar en ella por su madre. Me encantaba escucharla llorar pidiendo la leche corrupta de esos senos en esas largas noches que sólo soportaron los demás. La chava de barrio estaba conmigo en el cuarto de baño. Al final no pudimos con ellos y nos fuimos la barriobajera y yo por donde vinimos. Ahora yo te dejo sin tabique nasal y con las costillas al aire, mientras sigues amamantando a más niños que un día serán perros de presa.

Pienso descuartizar a todo lo que se ponga por enmedio. La vida de un ejecutivo me importa una mierda. Su éxito, su trabajo, su mujer y sus tres hijos me la sudan. Él vino conmigo después de su cena de empresa y ahora es mío. La de aquel tontito que se quedó sin nada sin haberlo tenido antes no creas que me va a importar más. Sí, como la de esos niños que pedaleaban con los pies descalzos y que me buscaban todos los mediodías en la mesilla de papá.

Me das igual tú, tu historia y tu mierda de vida. Porque no sabes quién soy yo, ¿verdad?

He dicho que no te acerques, no te muevas.

He venido a joder.

Soy la mujer de blanco.

"sonó el teléfono, era Carmen"

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"Tengo un cuchillo de plástico en la mano derecha con el que me he propuesto llevar a cabo un crimen. Con la zurda, mientras tanto, agarro un paquete de toallitas de bebé para eliminar los restos.

De una patada voy a derribar la puerta de ese antro al que llamas librería. Voy a romper los cristales y te voy a escuchar gritar del susto. Siempre me gustó contar con el factor sorpresa. Estarás haciendo caja, ¿verdad? Claro, las horas que son... ¡Joder! ¡Me voy por las ramas! Lo que decía, te pienso llevar a empujones a esa habitación donde teneis tirados los libros por el suelo, como si fuesen porquería. ¿Lo ves? No se pueden tratar así a los libros, quién te diría que por desparramar libros te iban a asesinar esta noche. Nocturnidad, premeditación y alevosía. Me van a caer todas, chaval. Y, ¿qué es eso de llamarme chico? ¿Chico? Joder, es que te las vas buscando¿. Dónde te dejaste la educación? Todas las jodidas garrulas sois iguales, con vuestra cola alta en la cabeza y esos aros dorados que te descuelgan las orejas.

Después del descuartizamiento voy a limpiar la sala con las toallitas. Lo que haré con el cuerpo aún no lo tengo claro. ¿Es mejor prenderle fuego en un descampado o lanzarlo al Guadalentín?"




Un pitido discontinuo sonó, acompañándose del siguiente mensaje dictado por una cajera con voz de estreñida:
-Marisa de congelados acuda a caja uno por favor




"Tengo que dejarme lo de imaginar crímenes con lo primero que cojo en el supermercado"

Ahora una vibración en el bolsillo me pillo de imprevisto. El factor sorpresa me había ganado. De nuevo sonó el teléfono, era Carmen.


[Inspiración paara uno de Almería que tiene que hacer historias con final cerrado para el cole]

Piedras en serrín

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Obsesión. No le busques otro nombre. No puedo dejar de pensar en ti por un solo momento. Te has instalado entre mis sienes y pareces tener ganas de quedarte y, lo peor, es que no dejas entrar ni salir otra cosa. Sólo tú. Solamente tú.

Espero que me comprendan cuando digo que no se me ocurre nada mejor con lo que actualizar el blog a día de hoy, ya que mi cabeza está llena de serrín, polvo y mierda. Y entre todo ese cajón de carpintero al que le llaman cerebro sólo hay algo que se salga de lo normal: una piedrecita de color negro azulado, de unos cinco centímetros, que hasta ahora parecía no haberme percatado de que estuviese ahí. En un principio, pensé en tirarla, pero jugué con ella un tiempo y la volví a meter en ese cofre que nada tiene. Olvidada quedó, la piedrecita negra azulada tenía otros planes, otras personas con las que estar y alguien a quien querer.

Pasó el tiempo. No recuerdo cuanto, ¿un año quizás? Sí, un año supongo, hasta que me decidí a abrir la caja apestante a humedad, a cerrado, a añejo. Y allí estaba de nuevo esa jodida piedrecita, sobre el polvo gris, como si nada hubiese pasado por ella y mucho más llamativa que antes para mí. El azul de sus vetas parecía conquistarme y cegarme como no hizo antes. La piedrecita negra azulada, además, me hizo caso por primera vez. Ya no parecía darle tanta importancia a la gente con la que quería estar, o a ese alguien que pretendía amar. Ese trozo de roca quería ser mío, me decía al oído, aunque nunca lo fue de verdad, como no es de nadie nada en este mundo.

Y así es como acabé enamorado hasta las trancas de una piedra, señores. Poquito a poco me dejó conocerla cada vez más. A partir de aquel día ocupó mi pensamiento, me levantaba con ella en los párpados y me acostaba con ella por la noche en el sofá. Así es como sólo puedo remitirme a pensar en esa piedrecita que ahora pasa de mí, que prefiere otra gente con la que estar y a la que amar. Así es como me debato yo entre mis sábanas para averiguar qué hacer.

Así es como descubrí, señores, que hasta la piedra más pequeña es puta. Putas piedras que no te dejan pensar.

Demencialmente extasiados

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“Descorchaste un champán en mitad del polvo, como en las películas porno”. Estábamos hartos de la convencionalidad, de los finales felices y de que todo terminase bien. Optamos, pues, por romper la botella contra el cabecero de la cama y llorar. Lo suyo era haber terminado de follar, pero siempre fuiste a contracorriente.

Me gusta verte sufrir; es una relación proporcional: cuanto más quiero a una tía más me gusta verla con los ojos llorosos. Tú me correspondiste con mi dosis de dolor por esa noche.

Nadie sabe cómo nos encontramos. Por casualidad, supongo, aunque la casualidad parece no existir. No puedo recordar exactamente cómo fue, sólo que iba drogado, como todos los fines de semana, para desinhibirme de la tensión del trabajo. Tú apareciste entre luces, cubatas derramados y olor a sudor para llevarme de un beso a la puerta del local. Allí, con los ojos del portero clavados en nosotros, me comiste a besos y me llevaste a las escaleras del edificio de enfrente para terminar de comerme. Todo lo hiciste tú; a mí me bastó con dejarme llevar y sentirte, como aquellas noches del verano pasado. Tus manos tocaban todo mi cuerpo, mientras tu lengua entretenía a mi boca y me tenía amarrado. Parecías desesperada, loca, fuera de ti misma.

Te aparté de mí, de mi boca y de mi cuerpo. Tú no aguantabas más, y yo mucho menos. Nuestras mentes se cruzaron, pareciste leer en mis ojos lo que buscaba, justo como antes. Agarraste el cuello de mi camisa y me levantaste del portón para salir corriendo. Apenas pude quitarme tu saliva de la cara y cerrarme el pantalón.

Apareciendo en la puerta de tu casa seguiste con tus mordiscos y tus besos dislocados. Te tomé entonces de la cintura mientras intentabas abrir la puerta. Ibas fatal, pero me encantaba tu cara en ese momento: tus párpados caían suavemente hacia abajo y tu risa desorbitada se dejaba escuchar por toda la calle, haciendo a la vecina del tercero asomarse para ver qué pasaba. Tu ropa, por otro lado, estaba igual de perfecta que tú; no podía faltar nada en ti. Tenías que salir a matar. A matarme.

Los ojos me quemaban y la cabeza parecía que me iba a estallar. Subimos hasta tu cuarto a trompicones, tropezando en cada escalón y dejando un beso en cada uno de ellos. Con cada bocado nos hacíamos uno, fundiéndonos como un helado a la sombra. En tu cama no pudimos más, hasta que nos encontramos sin saber qué hacer. Cristales rotos, sábanas mojadas de champagne, sangre y lágrimas. Tu boca fue dejando de estar tan suave, tan loca y tan ardiente poco a poco para convertirse en un gesto de amargura. La única solución era reactivarnos con aquellas pastillas de niña pija que tanto te gustaban. Mi lengua alimentó a tu boca para volverla como antes, tan fugaz y tan inquieta.

Esta vez era yo quien mandaba. Tú estabas a mi merced, indefensa sobre la cama de tu habitación. Ahora mordía yo, era yo quien tenía ganas de más, de sacarte todo lo que llevabas dentro. Tu cuerpo temblaba, parecías tener miedo y frío. Te agarraste a mi espalda más fuerte, me arañaste como si estuvieras cayéndote y necesitases aferrarte a mí. A mí me gustaba, toda tu fuerza parecía escaparse mientras me pasabas tu aliento. Como una muñeca bajo mi cuerpo te dejabas hacer. Más tarde creí que querías escapar. Tu cuerpo convulsionó y yo comencé a asustarme. Me aparté de ti y te sentí expirar, dejando en tu cara un gesto desfigurado de nerviosismo. Te toqué. Aún estabas caliente, pero ya no notaba nada dentro de ti.

Ahora lloraba yo. Yo gritaba ahogadamente agarrado a tu cuello. Sirenas de ambulancia se mezclaron con mis sollozos para cerrar el telón de una representación desenfrenada y turbia, como de drama moderno. Tu cuerpo yacía entre la calma que viene después de la tempestad, mientras en mi boca aún quedabas tú, quedaban esas golosinas de niña pija que tanto te gustan. Tu apariencia, aún así, seguía siendo perfecta. Aquella noche habías salido a matar. Habías salido a matarte.

Lady Beach

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"Me empeño en ser cobarde. Cobarde con cojones, chacho", iba pensando yo mientras pateaba una lata de vuelta a casa esta misma noche. El suelo de las alamedas estaba algo húmedo, el sol acababa de caer y la gente se acercaba a la feria, como de costumbre. Todos los años es lo mismo, el idéntico ritmo marcado por esa jodida feria. Parece que fue ayer cuando iba con mi madre agarrado de la mano, cagado de miedo por montarme en las atracciones. Siempre fui un cobarde. Lo fui y lo seré, supongo, y cada día me doy más cuenta de ello. Y no hay más que ver mi reacción al verte esta tarde, bajar la mirada y notar mi corazón latir más rápido de la cuenta. Nada más.



Ahora en casa, con los restos de la fiesta rondándome entre las neuronas y sin dejarme pensar bien me da por reflexionar. Hay que ser gilipollas, macho. Ponerse a razonar a estas horas. Será el rock and roll que me incita o la sensación de estar perdiendo el tiempo que me hace volverme loco. Y el caso es que estaba yo pensando en lo hipócrita e imbécil que puedo llegar a ser. De buscarte e intentar llamar tu atención, como un chiquillo que tira de la falda de una señorita que le gusta de ese modo en que le gustan a los chiquillos las señoritas más mayores, a bajar la mirada, a no querer mirarte habiéndote visto. ¿Por qué? No pregunten, señores. Yo creo que cada vez que te acercas mi mente se bloquea y se dedica a hacer gilipolleces. Sí, justo como aquella vez en que sabía que estarías en la playa de al lado y salí a correr dos veces el mismo día, sólo para intentar verte. Para colmo, cuando me pareció divisarte e incluso me pareció que me gritabas algo me dio por correr más. Pero, como buen imbécil, la cosa no quedó ahí y volví a ir a la playa de al lado con el mismo fin. Por alguna extraña razón esa vez no salí pitando y pude verte, mirarte y tener una conversación de las que sólo tengo contigo. Y es que me impresionas, me acongojas; a tu lado soy pequeño, más aún, y todo lo extrovertido que soy con las tías, con la gente en general, me lo trago hacia adentro y me convierto en un niñato que no controla lo que hace.

En fin, ya lo tengo asimilado. Tú no eres para mí, la idea ya está. Eres demasiado, eres única e increíble; eres mayor y compites a otro nivel. Quizá vayas de femme fatal, de chica Ray-Ban, tan típica pero a la vez tan única como tú sólo sabes. Tienes todos los ingredientes que pueden gustarme en una mujer mezclados en la justa medida. Lo malo es que no soy lo suficientemente valiente para contártelo, y me limito a bajar la mirada y a dejar que mi corazón lata más fuerte de la cuenta. Lo unico que me reconforta es que no vas a leer esto, que nunca te vas a enterar y que pasarás a la historia como las que iban antes que tú.

Porque tenía razón aquella chiquilla en la puerta del "Ice Rank "en Edimburgo. Tengo un problema, un problema con nombre de persona.

Lady Beach, lo siento.

y uno que vuelve

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Tres meses fuera y es como si nada hubiese pasado. Sigo estando igual, sigo buscando los mismos desamores que siempre y sigo con mis cambios de humor. Continúo, un año más, con las clases, los trabajos chorras, los encontronazos fugaces y las carreras bajo la lluvia.

Sigo tirando de este blog porque, como una vez alguien posteó, son más numerosos los que desisten que los que fracasan. Por esa frase me propuse no dejar esto, aunque parezca que lo tengo olvidado y no actualice casi.

En fin, a ver si ya instalado tras una semanita de relax me pongo en mi sitio y me encargo de todo lo que tengo por delante.

Lo que decía al principio supongo que será algo referente a mis pensamientos de subnormal sin remedio. Quizá en algún momento se me pasó por la mente que en tres meses por ahí, perdido de todo y buscando algo, cambiaría aunque sólo fuese un poco. Será como dijo Miguel de Unamuno, que el que viaja no es por encontrar algo mejor, sino para huír de todo lo que va dejando atrás. A lo mejor es que no encuentro un lugar, aunque ese lugar se suponga que está aquí. Quién sabe, puede que sea que no encuentro a la persona, o que no puedo vomitarle todo lo que pienso a alguien... Y esque algunos los hay que les da por beber hasta caer de culo. Otros prefieren drogas. Yo soy el raro "jodioporculo" -término murciano- que se desahoga escuchando música difícil de descifrar.

En fin, nada cambiará, supongo, por mucho que me mueva, por mucha gente que conozca. En un principio esto era para decir que vuelvo a estar por aqui tras algunas semanas de ausencia. Pues eso, que aunque sólo me lea una roja de mierda, seguiré dando por el culo una cuantas actualizaciones más. Por que conmigo, será uno más el que no desista.

Uno que se va

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Dejar a un lado durante ocho semanas a la gente que quieres es difícil. La tierra a la que nos agarramos como si de parásitos se tratase va a echarse de menos. El mar, las olas, las tardes de no hacer nada, las chavalas en bikini, las noches sin dormir, tú... Va a ser duro, sí.


Mandar todo a tomar por el culo, olvidarme del mundo y desaparecer; igual que cuando desaparece algo por casa durante una temporada y luego lo encuentras en la mesita de noche. No estar durante unos meses pero volver como si nada hubiese pasado.


Desconectar, olvidar el teléfono móvil, el ordenador y la televisión y vivir.


Aprender de la gente que vas a conocer. Que la gente que vas a conocer aprenda contigo.

No dormir, cansarte, reírte y llorar al mismo tiempo. Sentir añoranza por todo, no saber dónde está tu lugar -al menos al principio.


Soñar, jugar, disfrutar, trabajar y crecer. Crecer como tú sólo y, al mismo tiempo, sentir cómo cambia tu vida.




El precio a pagar es alto, pero merece la pena. Porque los pesos que van cayendo a ambos lados de la balanza se igualan e incluso gana el lado del "+". Porque siento que, al final, lo único que echaré de menos será la música. Bueno, ya cantaré yo.

Señores, si encuentran a un loco cantando solo por el mundo, ese soy yo. Por favor devuélvanme a mis progenitores o a cualquier protectora de animales. Ellos sabrán lo que hacer conmigo ya que ni yo mismo lo sé.

Nos veremos pronto, seguro. Suerte

Jackson Five

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Me aturdes. Defintivamente me vuelves loco. ¿Por qué lo haces?

No lo sé.

Te habrá dado por mezclar antibióticos con alcohol.

El caso es que me da igual. O al menos eso quiero, que me de igual. Porque de donde no se puede sacar nada bueno es mejor alejarse, aunque sea arrastrándose. Porque es cierto lo que dice la canción de ese "Rey del Pop" al que todo el mundo ahora resulta que ADORA: "What you don't know won't hurt you".

¿Os habéis dado cuenta? Siempre ha habido y habrá fans incondicionales pero, ¿a qué viene que todos ahora se consideren amantes de su música? Obviamente, será porque la muerte nos consagra, nos regala el punto de excelencia que nos falta en vida. Después de muertos todos somos buenas personas, todos hemos sido angelitos a pesar de haber sido acusados por pederastia.

No quería hablar de este tema aquí pero bueno, ya que se me ha venido a la cabeza esa canción, habrá que hacerle un pequeño homenaje. Señor Rey del Pop, enhorabuena por acceder a otro nivel. A este paso podrán beatificarle desde el Vaticano; o quizá no porque usted toca a niños; ah no, tonto de mí, ¡que algunos en el Vaticano también lo hacen! Pues eso, beato sea.

Chorradas a parte, descanse en paz señor Jackson.

Y descansa tú también y déjame en paz.

Pasteladas

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Es curioso cómo una película puede levantarte el ánimo. Un pastelón de película, de acuerdo, pero -será por las circunstancias, será por el calor- debo admitir que me ha tocado la fibra sensible.

Exactamente igual que esa sensación. La experiencia de subir más tiempo de la cuenta en una montaña rusa tras haber comido una hamburguesa doble con queso -americanismo puro, hicieron daño McDonalds y los jodidos parques de atracciones-: Sientes tu estómago rugir, con toda esa comida dando vueltas dentro. En un momento, y como si te fuera la vida en ello, te da por vomitar en una papelera con forma de pingüino mientras la gente que pasa detrás de ti se te queda mirando con esa cara de "¿y éste?". Pero, la verdad, a ti te da igual. Lo has echado, te hacía falta. Te sientes bien, incluso mejor que antes de tomarte aquella masa de carne de...¿vacuno? -permitidme ser escéptico, por una vez nada más.

Pues es lo mismo. En tu cabeza hay un cúmulo de cosas dando vueltas y no paran de entrar más y más chorradas. Igual que la hamburguesa doble con queso. De repente, quizá con una tontería como la película que vimos esta noche -"El amor se mueve", se llama- parece todo aclararse. Te permite colocarte en un punto de vista objetivo, alejarte de ti mismo y poder dejar salir de tu cabeza toda la mierda guardada con cariño a lo largo del tiempo. Igual que la hamburguesa doble con queso en la papelera con forma de pingüino del parque de atracciones. Lo expulsas todo y te sientes realmente bien.

Pero, ¿qué era en verdad aquello que te aturdía? No sé si era el amor. Puede que fueran las altas temperaturas, quién sabe.

Dejémoslo pasar, después de todo el rollo de la hamburguesa con queso y la montaña rusa no merece la pena. Te vuelve a rugir el estómago; se ha quedado vacío. Tienes hambre de nuevo y te diriges a la primera hamburguesería a zamparte lo que te pongan delante. Y vuelves a llenarte el estómago, o mejor dicho, la cabeza, de porquerías. Pero el caso es que te gusta.

En tus sesos sucede de igual manera. Se quedan vacíos y, a la mínima, los vuelves a llenar con bobadas iguales o peores que las anteriores. Pero el caso es que te gusta.

Será el amor, serán las altas temperaturas. No sé.

Pensamientos de escalera

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"No es suficiente, para alcanzar La Paz..."

Éso gritaba el auricular de un mp3 averiado, que percutía el tímpano de aquel que bajaba la escalera. "Un día de estos terminas sordo", pensaba para sí.

Parecía haberse quedado una tarde tranquila. Lástima que no pudiese compartirla con ella, con su pelo y con sus palabras. Una pena que no pudiesen sentarse en la arena a ver pasar las horas y hablar, cantar, reir; reir como tontos, porque cuando hay felicidad, cuando estas con ella, te vuelves tonto. Tonto por completo.

-¡Coño! -gritó entonces el inepto. Casi se abre la cabeza contra los escalones, de no haberse agarrado a la barandilla- Malditas zapatillas -suspiró.

"Estás bajando escalones, ¿vale? Concéntrate, hostia. Tampoco es tan difícil. A ver si bajamos sin descalabrarnos".

"¡Qué cerda es la gente!" se dijo para sí a continuación, al ver una bolita de papel en el borde de un peldaño. Por supuesto no se paró a recogerla.

Enumeró entonces lo que debía hacer esa tarde: comprar arena para el gato, pasta de dientes y mirar esos pantalones. Tampoco es que le hicieran falta pero estaban baratos, qué mas da. Entonces recordó gente como el mendigo que se ponía en la puerta de Mercadona. ¿Cuánto tiempo haría que no se compraba ése unos pantalones? "¡Bah! ¡Que trabaje!" se respondió a él mismo.

El gato de la vecina del primero se le pasó por los pies, enroscándose en sus pantorrillas. "Puto misifú" refunfuñó "Al final me voy a caer de verdad".

Bajando el último tramo de escaleras consiguió ver la luz que entraba por la puerta, al fondo. Volvió a pensar que hacía un buen día, que quería estar con ella y que iba a llamarla. Se iba a atrever. Sí, joder. ¿Por qué no? Ya era hora.

Alcanzó el pomo de la puerta y tiró para sí. Pensándolo mejor, se estaba poniendo un poco nublado. Mejor llamarla otro día, al fin y al cabo hoy no tenía ganas. No tenía ganas e iba a quedar como un tonto; seguro que le daba por balbucear y decir chorradas. Mejor otro día, sí.

Mejor será otro día que haga más sol. Otro día que se ponga a pensar mientras baje las escaleras.

El catorce de abril de Santos Martínez

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Una mesa en el escenario del mugriento salón de actos del Ibáñez Martín espera a ser ocupada. Un telón cerrado tras ella esconde lo que un día fuera una capilla, la capilla de un instituto más del régimen que en el pasado inundó España. De la mesa cuelga, por delante, para que se vea bien, una bandera con tres colores, aún con los pliegues de haber estado guardada mucho tiempo. Rosas rojas, amarillas y violetas conforman un centro preparado para la ocasión. Acompaña a toda la parafernalia un pequeño banderín, como descolgado del resto del decorado, como puesto a deshora.

Quién diría que un instituto con nombre franquista una mañana del catorce de abril celebraría el aniversario de la Segunda República, la república del 31, la república de Alcalá-Zamora y Azaña. Quién nos iba a decir que un señor manco, haciéndose pasar por Santos Martínez, se subiría a ese escenario mugriento para explicar -de manera muy particular- ese período de la historia española que, a algunos gustándoles más y a otros menos, sucedió.

No es que me considere yo republicano, para eso debería estar aqui otra compañera escribiendo esto. Tampoco es que sea para mi ningún día especial pero, por qué no decirlo, me alegra. Me alegra ver que todavía queda gente que lucha por la libertad y por conseguir algo mejor, gente lucha por sus ideales y gente que, aun sabiendo mucho, se entretiene en dar una conferencia para un atajo de adolescentes con granos.

Cómo no, en todos lados tiene que haber alguien que se entretiene jodiendo la marrana. Nos sirve esto para recordarnos que las distintas ideas existen y que los intransigentes existen al igual. Todo sea por aprender en un día como el de hoy, en el que yo he aprendido bastante. Sea todo por celebrar otro abril más que un día España fue republicana.

Does that make me crazy?

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Vaya plantel. Un sábado sin salir, un blog sin actualizar desde febrero y nadie de quien esperar una llamada. Triste, ¿verdad?

Y aquí estoy, señores. Con esa canción, Crazy, de Gnarls Barkley -ya saben "I remember when I lost my mind..."- de fondo, con ganas de bailar pero sin las jodidas zapatillas de Saturday Night Fever. Soy uno de esos tipos que se ponen una canción en el reproductor una y otra vez hasta que acaban aborreciéndola. A veces me odio a mí mismo. Entonces es cuando vuelvo a poner la rola que me ronda la cabeza y dejo de pensar.

Es bueno dejar de pensar a veces. Dicen que no se puede, ¿cómo que no? Será porque soy un hombre, pero en ciertos momentos siento que he desconectado, que le he dado al off. El preciso instante en el que el funk recorre todas mis neuronas y las paraliza o cuando, en un concierto, me da por saltar y perder los estribos de mis movimientos. Cuando la música se adueña de mi, de mis sesos, de mis pies y de mis manos. Claro que eso sólo les pasa a los estúpidos humanos que no salen un sábado por la noche porque sus colegas andan cada uno por un sitio.

Eso sólo me pasa a mí.

Una de teatro

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Ante que nada, he de decir que me cago en mi puto ordenador. Cuando sientes la necesidad de escribir, se cuelga. Me ha pasado antes con las hojas de papel y los lápices, también con los carboncillos para dibujar. La molesta sensación de que necesitas encontrar algo y no aparece por ningún lado, excepto cuando ya no lo necesitas. Suena a topicazo pero díganme señores, ¿acaso no es cierto?

Pues eso, noche de teatro. Noche sin la señorita Merii por un jodido catarro [se te echó de menos; no poder reirnos de los móviles que suenan es aterrador]. Sí tuve la compañía de otra señorita, con la cual he exprimido una tarde y una noche que hacía ya falta. La representación fue "Urtain", escrita por Juan Cavestany y dirigida por Andrés Lima. Una escalofriante reflexión sobre un suicidio llevada a cabo por un elenco de actores que bien mercen llevar ese nombre, ACTORES. La historia de un boxeador de la época de Franco que alcanza la fama y el triunfo, demostrando que todo en esta vida es efímero; que la vida de un ser, el orgullo, la gloria y el dinero vienen como se van. Un día puedes ser el campeón de boxeo de Europa y, al siguiente, caer de una "altura considerable"

Una escenografía que, a decir verdad, consigue mucho con muy poco. Una disposición del espacio que te permite ser el espectador de un ring con doce asaltos. Un vestuario simple que deja paso a la imaginación y unos efectos que, aunque sencillos, encajan perfectamente. Ha sido una obra que ha hecho levantar a un "teatro" al completo. Que más se debe decir, que si tienen ustedes oportunidad vayan a verla porque merece la pena.




Antitético, ¿cierto? ¿Qué cojones hace un chaval de dieciséis años en un teatro, cuando debiera estar de botellona por los parques? ¿Por qué sale a correr mientras sus conocidos fuman porros? Y la pregunta más obvia, ¿por qué hostias escribe en un blog?

Quién sabe, anomalías genéticas, supongo.

Con esto ya me despido: señor Zamora, discúlpeme [me reitero] por no ir al concierto con "usté". Ganas tenía, la verdad, pero no pudo ser. Al próximo me comprometo a ir.

Espero no aburrir con esta reseña, pero me apetecía comentarlo. Merii... faltaste tú y ¡falta que actualices ya de una puñetera vez! (l)

Incertidumbre

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Vuelve a sonar como esa vieja canción que te susurraba al oído... ¿Recuerdas? Viene a mi mente de nuevo como aquellas palabras que una vez dijiste, o que una vez dije. Se remueven mis entrañas como esa noche que tan cerca queda en mi pensamiento y tan lejos, supongo, en el tuyo. Sabe a croquetas, quizá; o a pizza precocinada, sí, eso es. Huele a la cera blanda, caliente y triste de una vela que se consume en el centro de la mesa; una mesa con dos cubiertos y dos sillas vacías. Me sonrojan, me adulan, antiguas promesas que no del todo llegaron a cumplirse. Siento un apretón de manos, un beso en la nuca, un mordisco en el lóbulo de la oreja mientras ríes y mientes. Aquel ascensor que dejé, dejaste, dejamos que llegase a la planta baja mientras aprovechábamos los segundos que faltaban; un amasijo de manos, abrazos y roces pero ni un beso, ni uno sólo.

Hablo de recuerdos, hablo de sentimientos del pasado que en un segundo vuelven a surgir. ¿Nunca te ha pasado? Una canción, una palabra, un pensamiento, un aroma que te haga recordar el momento exacto. El instante en el que, tal vez, fuiste el más feliz y el más desdichado del mundo al mismo tiempo. Hablo de amor, de odio y de pasión, por supuesto. Hablo de ti, porque me estoy dando cuenta de que jamás podré olvidarte, por mucho que pasen los meses, por mucho que pasen los años. La incertidumbre de saber si tu lo sentiste como yo.

Hablo de que, aunque me joda, te sigo queriendo.





En fin... reflexión plasta y moña para terminar la noche. Sentimos hacer esperar a los que se pasan por aquí. Ya saben, la vida del estudiante. Un día te encuentras sin nada que hacer y al otro... al otro un examen de Historia con un temario enorme, el cual debes tragarte en dos días -que nos lo digan, ¿eh, Merii?-.

Han pasado ya varios días desde la última vez que subimos algo por aquí. Pasó San Valentín y las chorradas de las grandes superficies -las cuales aunque no hayan creado esta "festividad", chupan del tarro al máximo-. Pasaron semanas lectivas y noches bailando salsa. Partidos de baloncesto, charlas en torno a una bolsa de pipas, tardes de estudio; un concierto que me dejó insatisfecho, el de esta noche -una tal Nena Daconte que ha demostrado lo, digamos, no del todo buena que es- y una obra de teatro que nos dejó perplejos a Merii y a mí. Ya de cerca vienen carnavales, aunque supongo que dedicaremos más adelante algo en relación. Un par de días para deshinibirse y descansar. Está bien.

Una última reflexión me gustaría hacer, hablando de los Carnavales. Lo que cambian las cosas. Hace un par de días -como aquel que dice- era impensable lo que hoy nos encontramos en la 1 de TVE, una gala de Drag-Queens. Me hace sentir orgulloso que se vaya haciendo un hueco para la diferencia en los tiempos que hoy corren. Sí es cierto que en Canarias -desde donde se emite esta gala- la tradición Drag-Queen este más arraigada, cierto que ya lleva esto así varios años, pero me parece raro, y no digo mal. Cómo no, está presentada por Boris Izaguirre y sus comentarios desternillantes sobre boas y plataformas. Un punto para esos Drags aunque, todo hay que decirlo, si yo me encontrase con uno de esos maromos con esos zapatos y esas pintas por la calle un día cualquiera, saldría corriendo .








En la foto:"Old Summer Dreamz"

Día extraño- Chémi Pérez

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Érase una vez que se era, un partido de derechas que estaba en crisis. Vaya paradoja, crisis interna en un momento de crisis económica -perdón, pequeña recesión-. Este partido político tenía problemas porque un espía muy malo muy malo, que nadie sabía quién era, había hecho un informe sobre el "vicepresi" de la comunidad de Madrid. Ése señor se llamaba Ignacio González y de él ya se sabía todo. Hasta la pobre esposa de González había sido inspeccionada; todas sus acciones políticas e incluso su situación bursátil, también. Pues resulta que este señor conocía muy mucho a Esperanza Aguirre, ya que era la presidenta, y ésta, que se pensaba que iban a por ella con lo del espionaje -y tal vez sea así- dice que todo es falso. Por otro lado, Mariano Rajoy había recibido ya varios informes pero, dice, no los había investigado ni comprobó las denuncias. Mientras tanto, Espe y Gallardón se tiran de los pelos, aunque eso ahora ha pasado a un segundo plano tras el descubrimiento del informe de 2007.

¿Qué quiero decir con esto, niños? Pues que ese partido político, llamado Partido Popular cada día da más vergüenza. Da pena, chicos, porque en el seno de un partido de tal magnitud las cabezas visibles se ven involucradas en estos sucios hechos. Da lástima porque Mariano, como líder de la oposición, no ha sabido dar un golpe sobre la mesa para establecer el orden dentro de su grupo y cortar por lo sano con tantas rencillas. Es estúpido e incluso increíble que entre compañeros se tengan que estar investigando por dichos sucesos. Será, chavales, que los mayores son así. Será pues, que todos los políticos están cada día más locos.

En fin amigos, siento haberos dado el tostonazo con esto que tantas vueltas da ya en los medios de comunicación. Sólo quería aportar mi pequeño granito de arena a la gran montaña de mierda que se ha formado alrededor del asunto. ¿Hay cosas más bonitas e interesantes sobre las que escribir? Sí, por supuesto. Entonces, ¿por qué no lo he hecho? Pues porque ni mi conexión ni mis exámenes me han dejado colgar algo antes, porque quizá acabo de leer el periódico y se me ha venido a la cabeza y, supongo, porque me han dado arcadas y he tenido que regurgitar sobre nuestro pobre blog.

Gracias por soportarnos una noche más, después de diez jornadas sin escribir nada. Otro día volveré con un tema más ameno, quizá con ese cuento ilustrado que tenemos entre manos B&C... Lo dejo en el aire pues.


¡Buenas noches y buena suerte!






En la fotografía, puesta de sol en Calarreona, el pasado fin de semana. Un día raro por allí... viento, lluvia, un sol radiante, todo en un mismo día. Me gustan los días raros.

Un relato corto - Chémi

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Gustavo siempre pensó que viviría en una casita a la orilla del mar. Una de esas casas con un porche en las que puedes salir con una tumbona y ver romper las olas. Gustavo siempre quiso tener una furgoneta. Una de esas Volskwagen Camper roja y blanca que llevaban los hippies con un colchón en la parte de atrás. Gustavo decía de pequeño que iba a tener una novia y que iba a recorrer el mundo. Gustavo quiso tantas cosas…

Quién le diría hoy a Gustavo que viviría en un séptimo piso compartido en los suburbios de Barcelona. Quién le iba a decir que lo máximo que tendría sería una bicicleta, la gasolina estaba muy cara. De novias prefería no hablar; se excusaba porque, decía, quitaban el tiempo. Él quería ser libre, pero con una habitación que pagar y un trabajo que mantener no se podía serlo demasiado.

Como de costumbre, Gustavo se despertó con el timbre de su viejo despertador Casio por el que no parecían pasar los años. Se quitó las legañas en el espejo partido por la mitad de su cuarto de baño y tomó un café, si es que a aquello podía llamársele café. Esa mañana le apetecía ponerse la camiseta roja con el logo aquel de la marihuana; eso sí que era ser libre, no todo el mundo puede ponerse la camiseta que quiera. Enganchó a sus orejas el reproductor MP3 y salió del piso, bajando las escaleras en tramos de cuatro.

Llegó a la parada del autobús que tomaba todos los días, el número tres que enganchaba en la Diagonal con la línea diecinueve. Allí esperando encontró una moneda de dos euros en el suelo. Un día que comenzaba bien, pensó él. El bus llegó a la hora exacta, como todas las mañanas, a las 7.35. Estaba casi vacío y, al ver que no había nadie más esperando, el conductor cerró las puertas. Gustavo vio por el lateral del vehículo una chica correr con un maletín en la mano. Con las puertas ya cerradas, la mujer dio un par de golpes. Pensó por ello Gustavo que era otra de esas tías estúpidas. ¿Qué más le daría esperar quince minutos al siguiente autobús? Las mujeres son así, se consoló.

La impaciente chica subió disculpándose con el rostro enrojecido por la carrera. Fue entonces cuando Gustavo pudo ver lo guapa que era en realidad aquella mujer. Era morena con los ojos verdes oscuros y bastante alta. Llevaba el pelo suelto y un maletín oscuro en las manos. Vino a ocupar el lugar que había justo al lado de Gustavo, quien apartó la mirada hacia el cristal derecho. Llevaba los auriculares puestos y el MP3 con el volumen al máximo, por lo que no escuchó lo que le dijo su compañera de asiento.

- ¿Qué? –gritó Gustavo.

- Nada, que si eran los Rolling Stones eso que estás escuchando –preguntó la chica, mirándolo fijamente a los ojos.

- Si, ¿te gustan? –respondió Gustavo sosteniendo su mirada.

- Cómo no gustarme, son un clásico.

- ¿Quieres un casco? –ofreció Gustavo. Aquella mañana estaba amable. Sería porque había encontrado dos euros.

- Sólo si tienes Satisfaction –pidió la dama, cambiando entonces de pista el atontado joven.

- Claro. ¿Cómo te llamas? –dijo él mientras le mostraba el auricular.

- Me llamo Sonia, ¿tú?

- Gustavo me dicen –se presentó, intentando hacerse el graciosillo. No lo consiguió. La chica se limitó a escuchar la canción durante el trayecto del autobús. Entonces trató Gustavo sacar conversación con esa típica frase-: Y, ¿vienes mucho por aquí?

- Sí. Lo siento, esta es mi parada –interrumpió ella devolviéndole el auricular-. Hasta luego… Gustavo, eso, Gustavo.

- Adiós.

Bajó frente a unos pisos blancos y entró corriendo en uno de los portales. Llevaría prisa aquella mañana la mujer, porque se dejó el maletín negro de piel en los pies de Gustavo. Cuando se dio cuenta se puso bastante nervioso. Ella quizá también. Pensó el chico qué sería lo correcto, qué se hacía en esos casos, ¿se llevaba a la policía? Sería poco caballeroso de su parte, se dijo, y bajó en la siguiente parada. Le distanciaban unos cuantos cientos de metros de donde había bajado Sonia y él no tenía demasiada prisa, por lo que se propuso devolvérselo.

Caminó por las calles de la Ciudad Condal hasta llegar a los edificios blancos en los que había entrado la chica. Miró los telefonillos. ¿A dónde se dirigiría? Era casi imposible saberlo. Había dieciséis plantas con siete pisos cada una, todos ellos de oficinas. Se le apareció entonces un nombre que le sonaba familiar: Sonia Caparrós, abogada. Vaya día llevaba Gustavo, todo le salía bien. Tomó pues el ascensor y llegó al quinto piso, donde estaba el bufete de Sonia. Llamó al timbre y abrió la puerta, sofocada, la chica del bus. Se le quedó mirando a la cara y Gustavo se enrojeció.

No pregunten cómo ni porqué. No pregunten qué se le pasó por la cabeza a Sonia en aquel momento pero le lanzó un beso largo y dulce a Gustavo en los labios. El chaval se quedó extrañado al principio pero se relajó a los pocos segundos. ¿Qué estaba haciendo aquella mujer? ¿Qué se le habría ocurrido para ponerse a besar a aquel tipo con una camiseta con el logo de la marihuana?

Puede que fuese porque Gustavo era el hombre de su vida. Puede que fuese porque estaba muy preocupada por su maletín y él lo había traído de vuelta. Puede que fuese una loca ninfómana que besase a cualquier tío que conociese en un bus.

Sonia se separó de Gustavo, dándole las gracias. Lo invitó a pasar a su oficina y se cerró, tras ellos, la puerta marrón. Quizá ambos fuesen a vivir a aquella casita en la costa que tanto adoraba Gustavo, o a lo mejor se compraban una Camper, al fin y al cabo una habitación no te sometía a vivir amarrado a ningún lado. Lo que sí era probable es que Gustavo había encontrado a una chica. Ya no podría ser libre, le quitaría el tiempo una mujer. Lo que más le preocupaba a Gustavo era que quizá no se podría a volver a poner la camiseta que quisiese una mañana cualquiera.

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Bueno, pues aquí está el relato que he escrito esta noche para presentarlo mañana a un concursillo literario de mi instituto. Como siempre se me echa el tiempo encima. Espero que les haya gustado y no les haya aburrido mucho. ¿No queríais leer? ¿No decíais que os aburríais? ¿Querías caldo? Pues toma tres páginas.


Sin mucho tiempo más para escribir por aquí, les voy dejando. Mañana actualizaremos con algo coherente. Gracias por leer!





En la pic: Manu Chao, lo que estoy escuchando ahora...

"Mama was queen of the Mambo
Papa was king of the Kongo
Deep down in the jungle
I start banging my first bongo
Every monkey'd like to be in my place instead of me
Cause I'm the king of Bongo baby I'm the king of Bongo-bong
I went to the big town where there is a lot of sound
From the jungle to the city looking for a bigger crowd
So I played my boogie for the people of big city
But they don't go crazy when I'm banging on my boogie"

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Y hoy, al mando este gran blog, creado por una gran persona, un gran escritor y un futuro gran periodista; una escritora de pacotilla. Sí, esa soy yo. Y ante todo, decir, que la manera tan elegante con la que Chemi explicó que le iba a ayudar a comentar este lugar ,se corresponde con un arrastre despiadado, que por supuesto acepté concisamente.

No espero estar a la altura de éste escritor por dos cosas:
1.- No lo conseguiría jamás.
2.- Haría el ridículo en el intento, puesto que lo máximo que he escrito en mi vida ha sido en el Fotolog ,que como toda buena cibernauta, terminé por abandonar hace unos meses.
Pero si algo es cierto, es que poseo una leve inquietud que me va a hacer rellenar unas cuantas páginas de éste blog. Y que conste que no alardeo de nada; seguramente sea la persona más ignorante del planeta. Por ello, casi todo lo que escriba aquí serán preguntas para que vosotros me contestéis. Y con suerte...intentar despertar inquietudes que vayan más allá de cuando haréis el próximo botellón.

Además de hablar de la buena música (que es mi vida), de cine (que tanto me gusta) y de libros ( que me apasionan),hablaré de fútbol (que me vuelve loca),y con especial cariño, del FC Barcelona.

En realidad,había pensado en abrir esta entrada hablando de lo peor que está sucediendo en el planeta,y no es la crisis de los que los adinerados hablan,no,estoy hablando de la masacre de Gaza. Pero hoy no dispongo del tiempo suficiente como para escribir todas las injusticias que se están realizando.Eso no quiere decir que le vaya a dar la espalda, como hacen tantas personas. Es más, prometo escribir una entrada unicamente del tema. Aun así, espero que no me de tiempo a hacerlo, y que dentro de unas semanas todo se haya solucionado, por el camino desarmado. Aunque me temo que sí voy a tener ese tiempo, un tiempo que a muchos niños palestinos se les está acabando.

Pero como aseguró Chemi,si de algo sirven nuestras líneas es para almenos intentar obsequiaros con una sonrisita.Asi que aquí os dejo un video de Polònia,un programa de sátira política.Espero que os guste.

http://es.youtube.com/watch?v=xGYST8mWtnw


Y con esto me despido,muchísimas gracias a los que han perdido su tiempo leyendo las chorradas de una onicófaga.

Os deseo una feliz noche,y un maravilloso 15 de Enero,que para mí si que lo será.


Salud & Libertad!



Merii




En la foto= los verdaderos problemas de la gente; las rebajas.

Preludio- Chemi Pérez

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Señores, enhorabuena. Enhorabuena por vivir en la época en la que viven. Un momento de júbilo en la vida del mundo entero.

¿Que a qué me refiero? Por supuesto es un buen día porque acaba de nacer este blog, cómo no. Es un día bueno también por todo lo que sucede fuera. En Madrid nevó hace un par de días, las carreteras se colapsan y la culpa la tiene Zapatero, claro; o si no, la ministra. En Barcelona nos dicen si
dios (y lo escribo con minúscula) existe o no existe dos autobuses. Sí señora, ha escuchado usted bien; nos debe aconsejar sobre nuestra ideología la publicidad de los autobuses. Rusia ahora cierra la llave del gas, en Europa nos vamos a quedar sin calefacción. Los precios suben y los sueldos se quedan igual. La crisis ha dejado sin blanca a unos cuantos . Y, lo que es peor de todo, sigue muriendo gente en Palestina.

Todo ello lo compensa que uno de los mayores estafadores de Wall Street, el mister Madoff, sigue en la calle y allí seguirá. Estafado
res, caraduras y putas se hacen ricos a costa nuestra.

Ya dejando a un lado la ironía y la crítica social, paso a presentarme. He decidido crear este blog por envidia. Sí, el otro día ví que una amiga Shaynne tenía un blog de opinión y me dije "voy a probar a hacer una cosa de esas". Mi nombre es Chemi Pérez y me ayudará a comentar por estos lares mi amiga Merii Rodriguez. Supongo que escribiremos desde nuestra opinión sobre lo que sucede a nuestro alrededor a crónicas deportivas -sobre todo del F.C. Barcelona- que tanto le gustan a Merii, además de hablar sobre el ARTE que tan locos nos vuelve. Esperamos verles por aquí a menudo y que estos textos les hagan reír, o al menos sonreír, cinco minutitos.

Gracias por haber soportado mis líneas. Otro día más y más bonito.




En la foto: Castillo de Xiquena en una mañana de nieve
(Lorca, Murcia)