Dejar a un lado durante ocho semanas a la gente que quieres es difícil. La tierra a la que nos agarramos como si de parásitos se tratase va a echarse de menos. El mar, las olas, las tardes de no hacer nada, las chavalas en bikini, las noches sin dormir, tú... Va a ser duro, sí.
Mandar todo a tomar por el culo, olvidarme del mundo y desaparecer; igual que cuando desaparece algo por casa durante una temporada y luego lo encuentras en la mesita de noche. No estar durante unos meses pero volver como si nada hubiese pasado.
Desconectar, olvidar el teléfono móvil, el ordenador y la televisión y vivir.
Aprender de la gente que vas a conocer. Que la gente que vas a conocer aprenda contigo.
No dormir, cansarte, reírte y llorar al mismo tiempo. Sentir añoranza por todo, no saber dónde está tu lugar -al menos al principio.
Soñar, jugar, disfrutar, trabajar y crecer. Crecer como tú sólo y, al mismo tiempo, sentir cómo cambia tu vida.
El precio a pagar es alto, pero merece la pena. Porque los pesos que van cayendo a ambos lados de la balanza se igualan e incluso gana el lado del "+". Porque siento que, al final, lo único que echaré de menos será la música. Bueno, ya cantaré yo.
Señores, si encuentran a un loco cantando solo por el mundo, ese soy yo. Por favor devuélvanme a mis progenitores o a cualquier protectora de animales. Ellos sabrán lo que hacer conmigo ya que ni yo mismo lo sé.
Nos veremos pronto, seguro. Suerte
Uno que se va
This entry was posted on domingo, 5 de julio de 2009. You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0. You can leave a response.
Te sigo leyendo, pese a todo. Tan grande como siempre. Un beso, parásito social.
ResponderEliminar