La Saeta del Sur

Todos los caballeros necesitan un corcel. Don Quijote tenía su rocinante, el Cid a Babieca así como Alejandro Magno tuvo a Bucéfalo.

Con el paso de los tiempos los grandes hombres se hicieron con otros medios de transporte más modernos. El amigo Ernesto Ché llevk,ó su motocicleta por todos los rincones de sudamérica mientras algunos utilizaban otros aparatos aún más modernos. Darth Vader con su Estrella de la Muerte o Jack Kerouac con su furgoneta, ejemplos casi parecidos.

Hasta los superhéroes tenían los suyos. Batmóvil, la moto del Capitán América o el cohete de flash gordon, para el caso todo es lo mismo.

Así pues, andábame yo pensando que, para ser un gran hombre, un superyo, para ser todo un caballero, necesito mi medio de locomoción. Un caballo no es posible por motivos obvios; una motocicleta o un auto desaprobados por carestía de permisos; el cohete o el Batmóvil quizás en otro momento. Algo ligero, que me lleve donde necesito y que a la vez sea elegante. Algo que encima no contamine, ni cague, ni relinche. Algo que me permita ser más y mejor.

Así fue como llegó a casa -a la residencia, vamos-, mi gran compañera y afable sufridora de aventuras; en una tarde oscura, casi a prisas -como me gustan a mi las cosas- apareció después de que un hombre que tartamudeaba le tocase las clavijas. Así, con las ruedas bien hinchadas y sus colores negro, rojo, y blanco relucientes, apareció mi "Saeta del Sur". Quién sabe qué lugares recorreré con ella. De momento está en el primer piso esperando hollar caminos.

Hoy es un gran día, señores. Hoy me he comprado una bicicleta.

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2 Responses to “La Saeta del Sur”

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