Sopa de letras

"No te echaré de menos en septiembre". Ni en junio, ni en julio, ni en agosto.
"Y es que si alguna de las personas buenas que te rodeaban fuera la mayor basura que puedas tirar" las cosas cambiarían. Las cosas cambian.

Dejé de escuchar a Iván Ferreiro pero me dí cuenta de que sus mensajes son plenamente válidos para gran parte de situaciones y contextos.

Los escombros de mi puerta, recubiertos de polvo de extintor, impedían el funcionamiento de la misma. Sin embargo la comida india de los bares de Lavapiés y la luz del Sol que cae entre las columnas de un templo para Isis expoliado en Debod pueden cambiar las cosas. Las bisagras se engrasaron como mis botas -que más bien enceré antes de partir- para dar comienzo a un viaje. Las insondables fluctuaciones sísmicas y su reflejo en la declaración del IRPF de una familia que no se separa tiene algo que ver.

Y es que me preguntan que qué digo. No son espumarajos verdes lo que salen de mis labios. Simplemente, no me conformo repitiendo lo que dijo José Arcadio Buendía cuando le inquirieron que por qué estaba amarrado a un castaño - "porque estoy loco", dijo- en un siglo solitario. Hoy a todos les gustan las canciones de Astrud para agasajarme, pero sé definitivamente que me hallo en mis cabales. Mi planta semidesnuda iluminada por la pantalla del ordenador no es comparable con la desnudez de espíritu de algunos muertos.

En el Vertedero de Sao Paulo también crecen flores. Yo voy en otra dirección para plantar girasoles.

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2 Responses to “Sopa de letras”

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