Baleares.

Estar poniéndote la camisa para salir de fiesta por una isla mediterránea no es, quizás, el mejor momento para ponerse a escribir. No es que seamos unos fanáticos de las redes; a la vista queda. Creo que lo que ocurre es que echaba de menos hablar en alto.


Monocromatismo combinado con trazos de un grabado púrpura. Que me cago del miedo por lo que pueda venir y no puedo evitar apenarme porque estos días se pasan volando, a pesar de todo.


Me gustan mis zapatos náuticos de verano azules. Me parecen increíblemente caros los precios de estas isla. Resulta una follada absoluta que cueste casi seis euros ir a una playa que está a treinta minutos en colectivo. Me parece indespensable que una persona respire junto a otra, más o menos rápido, durante un lapso de, al menos, ocho horas. Me parecen absurdas las masificaciones turísticas, y me parece que estoy en el peor lugar posible para comentarlo. Los desdenes y desasosiegos son las mejores maneras de pasar el tiempo, y eso es algo indiscutible. Descubrir que puedes cambiar lo que más te gusta por un individuo es, de la misma manera, algo indiscutiblemente extraño.


La gente de la casa espera en el salón entre litros de sangría y otros derivados etílicos algo más fuertes. La noche está bien y nosotros estamos guapos, para qué negarlo. El cosmos está siendo atacado por robots sanguinarios y a nadie parece importarle lo más mínimo porque, hoy, la fiesta es en la playa.

No creo que vuelva a cambiar los cordones de mis zapatos náuticos una vez más. Están rotos, pero me gustan así. Quizás lo que me gusta, debe quedarse donde está.

This entry was posted on miércoles, 27 de julio de 2011 and is filed under . You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0. You can leave a response.

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