Gatos de terraza

Hay lugares que guardan algo mágico por dentro. Las paredes de tu casa rezuman sentimientos pasados y huelen al perfume de tu familia. La plaza que tanto te gusta suele mostrarse de otra manera cuando creces y crees que la has olvidado. Lugares que no te son tan cercanos se van convirtiendo en tuyos conforme van pasando las horas.

Las azoteas, debo reconocerlo, siempre me han llamado la atención. Son el punto más alto, son el lugar donde el vigía se sitúa para dominar el territorio que le corresponde. Son la parte del edificio donde más refleja el sol y donde la temperatura es más variable. Son, a veces, triangulares y con gatos de color verde en la parte superior. Son mágicas, como los edificios que las sustentan.


Sin embargo, si las terrazas son tan increíbles es por la gente que las visita. Gente que llamas desde la calle y sube para ofrecerte el mejor atardecer posible bebiendo café y comiendo buenas palabras. Necesito a gente así, y espero no perderla. No necesito mil personas, necesito a esa chica de grandes ojos y enormes oídos que es capaz de tragarse mil historias de amores inesperados, de perspectivas de futuro y de gente que sorprende. Discúlpenme si les digo que no lamento dejar de lado las obligaciones para que me cuente y yo le cuente. Soy feliz saliendo de mi mundo y entrando en el suyo, dejando que las cosas fluyan a su ritmo mientras el sol baja. Somos felices dándonos abrazos.

Somos los mejores gatos que puedan poblar esta azotea que se tiñe de púrpura conforme cae la noche.

This entry was posted on lunes, 19 de septiembre de 2011 and is filed under ,,. You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0. You can leave a response.

2 Responses to “Gatos de terraza”

  1. La verdad, lo has expuesto a la perfección. Son esas sensaciones las que me invitan a pasar muchísimos más ratos en esa preciosa azotea. Puede que no tenga nada especial para algunos. No importa. La única realidad es que has conseguido que para mí, tenga un sentido inigualable. Sé cómo me siento cuando estoy allí, lo rápido que pasan las horas. Y tras eso, un no poder dejar de sonreír. Sencillamente, eres impresionante. No faltaré jamás a nuestra cita en la azotea, no lo dudes ni un momento.

    ResponderEliminar

Alegrame un rato. Puedes hacerlo escribiendo una chorrada aquí: