Los libros de historia solo cuentan algunas historias

- Imagino que empecé a pintar cuadros por miedo a que me olvidasen. Cuadros para reflejar lo detestable que es la vida para aquellos que no saben dejar en ella su huella. 

Cada noche me proponía a trazar algo en un papel antes de acostarme. Eso era lo mínimo. A veces lo máximo. No lo hacía por perfeccionar mi técnica. Tampoco por aprender nuevas maneras de expresarme. Sabía todo lo que tenía que saber sobre cómo pintar de mis años de estudios plásticos. Simplemente lo hacía porque quería un lugar en algún lado. No sabía dónde, pero en alguna parte.


- Y entonces fue cuando la conoció a ella, ¿no es cierto?


- No, aquello fue más tarde. Durante esa crisis existencial yo a duras penas salía del estudio de Montparnasse. No comía por si la inspiración se me escapaba. Casi no dormía esperando a la musa; a las musas.


- ¿Y cómo acabó todo aquello?


- Simplemente acabó como tenía que acabar. Salí a la calle, me dio el sol en la cara, el viento me revolvió el cabello y todas esas mierdas.


- ¿Se dio cuenta usted entonces de que la vida merecía la pena vivirla?


- No. Lo único de lo que me percaté fue de que estaba pendiente de que me recordasen en lugar de aprovechar cada momento. Me decidí a tomarmelo todo con más calma y la conocí a ella, a su gente. Conocí corrientes artísticas, conocí el sexo que jamás había conocido, aprendí de cada baldosa.


- Y después, ¿qué ocurrió?


- Pues que todo se me pasó. Nada más. Volví a mi estudio. Volví a tener miedo de que me olvidasen. Comencé a pintar autorretratos que regalaba a parientes y amigos. Pinté más que nunca. Escribí incluso, a veces. Mi carrera fue más prolífica que en toda mi vida. 

Me propuse ganarme un puesto en los libros de historia. Me lancé a por mi efigie en la puerta del museo de El Prado.

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One Response to “Los libros de historia solo cuentan algunas historias”

  1. Bonito leerte y más cuando la caricatura aprieta las ganas de salir afuera. Que no es tiempo de perfeccionar la prosa, más bien de destrozarla a base de arañazos y ansias. De vivir, que dirían otros.

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