Érase una vez un hombre insípido que quería tener sabor. Le sabía mal eso de salir a la calle y no poder paladear, no poder lamer las cosas, no poder disfrutar de la esencia de lo que por allí veía. Por las noches, cuando había olores y sabores distintos, el hombre insípido se deprimía. Cuando viajaba y no podía descubrir cada lugar como es, con sus esencias y sus ráfagas de aromas, se encerraba en la habitación del hotel.
El hombre insípido, tras sufrir mucho, encontró el remedio a su problema. Se compró el "Superoleitor PLUS"; para él, uno de los mejores inventos de la época. No conseguía sacar el jugo a las cosas a través de él, pero la maquinita le explicaba qué se sentía al oler y saber los elementos.
Y es que el hombre insípido era también un hombre posmoderno. Sabía que saber y oler no eran necesarios para la vida que hay después de la moderna. Todo se podía arreglar con una máquina que lo hiciera en su lugar. Compró máquinas para soñar, para divertirse, para conocer gente y para ligar. Se compró una para hacer el amor. Ésta última sustituyó al Superoleitor PLUS en su podio como mejor invento de la época.
Cosas de hombres. Cosas de insípidos.
Superoleitor PLUS
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bonita
ResponderEliminarYa nada es necesario, o eso intentan hacernos creer.
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