La niña pez.

Ponme un poco de jazz que tengo ganas de acostarme. Si no recurro a narcóticos, si la presión en las sienes no es lo que me hace vibrar, tendré que recurrir a otros métodos.

Dame un poco de soñar antes de que eche a volar. Mete palabras, sueños y proyectos mal hechos y mándalos por correo postal. Que sólo quiero dejar de ser un desalmado, ¿no me ves? ¿Qué más tengo que mostrar? Me dejo el alma en cada cosa que hago. Me dejo los cojones en amar, los sesos en pensar y la labia en convencer. Me dejo los ojos en pantallas que brillan en la oscuridad de la habitación. Me dejo las neuronas en sueños que tardan en llegar, si es que llegan. Y mírame, sonámbulo; me sale caro. Desalmado de intentar hacerlo todo sin dejar nada de lado. Exagero, me dicen. Lo hago todo por lo alto.

Y una vez más releo lo que escribo y pienso en lo egoísta que soy. Soy yo en mi blog, mis parrafadas y mis males de amores descontextualizados y elevados a la sexta. Un egocéntrico sin permiso que se queja por nada pero sólo acá. En la vida real parece que todo me resbala. Mis amigos lo pasan mal y yo estoy allá, en el centro geográfico del lugar. Descansa en paz, José Miguel Rabal. Siento no haber estado ahí para darle el abrazo que se merece a tu hija.

This entry was posted on miércoles, 2 de marzo de 2011 and is filed under ,. You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0. You can leave a response.

One Response to “La niña pez.”

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