Los inmortales
Tus pedazos
Los libros de historia solo cuentan algunas historias
Me propuse ganarme un puesto en los libros de historia. Me lancé a por mi efigie en la puerta del museo de El Prado.
Alternar no es positivo. A veces.
Déjame que te diga que me da igual. En el fondo lo sé, no me importa lo más mínimo.
Me avergüenzo cuando me descubro mirando fotos de perfiles de gente que ni siquiera me importa. Me da rabia encontrarme a las dos y media de la mañana perdiendo el tiempo. Porque se escurre entre los dedos y lo siento.
Ya lo han conseguido. Nos han llenado la vista de pantallas. Hemos comprado todos los modelos de la última tecnología posible. Tenemos teléfonos más inteligentes que nosotros y más vistosos. Programados para que nuestros ojos les dediquen el mayor tiempo posible.
Ya lo hemos conseguido. Nos hemos dejado atrapar. Hemos llegado alto y también hemos conseguido dejarnos arrastrar por ello. Y todo por sentirnos menos solos. Y todo por quitarle amargor a esta herida abierta que escuece. Y todo para llorar frente al plasma.
Déjame que te diga que hoy voy a ganarle terreno al domingo. Ya está bien; siempre lo digo.
"Que así no vivo. Que no estás cuerdo"

Yoko y sus cosas.
Impulsos
Y qué si me encanta volverme eléctrico.
Dormir poco no es nada si puedes disfrutarlo. Aprovechar el tiempo. Largarte al cine aunque tengas que hacer cosas más importantes. Rondar hasta las cinco de la mañana. Sentirte noctámbulo, como siempre has sido. Trabajar por algo bueno. Que si es bueno, yo juego.
No descansar demasiado. Permanecer alerta. No dejarse llevar por el resto y actualizar este blog que creías que habías olvidado.
Las descargas eléctricas dan sentido a esto que llamo vida. Necesito estar al cien o al cero. Odio los términos medios. Así me considero.
Y ahora vuelvo a escupir cosas sobre mí y que interesan poco en forma de tinta. De manchurrones de tinta.
Líquido.
Tengo sueño. Se me caen los párpados del sueño. Se me caen al suelo y se aplastan contra la moqueta para luego perderse, casi líquidos.
Y yo los busco, no te creas. Rasco los filamentos de la alfombra roja en busca de ellos pero no están. Ya se han disuelto. Se esfumaron entre el polvo y los ácaros.
Tendré que vivir sin párpados a partir de esta noche. Me veré obligado a mirar con cara de incrédulo cosas que no son tan difíciles de creer. Necesitaré ir por la vida dando explicaciones de dónde se metieron mis párpados y por qué.
Siempre tuve unas bonitas pestañas pero ahora no estarán más donde solían estar. Tener pestañas y no tener párpados es como tener una lujosa vajilla y no tener nada para comer.
Recordaré esta noche como la noche en la que los ojos se me abrieron hasta el infinito, rodeados de luz y de esencias. Noche en la que descubrí mil cosas que ocurren y no sabes por qué, al menos hasta que descubres el porqué. Esta será la noche de las mezclas de música extrañas. Será la noche en la que me acosté tarde susurrándole a la lingüística y a los géneros. La velada en la que me cansé de cerrar los ojos ante las cosas que veo.
Noches de insomnio, caballeros. Letanías de perros, damiselas y señores, que para ustedes se compusieron.