2 de Enero de 2011

Un día para recordar. Un día para enmarcar, sin lugar a duda.


Parece ser que en el O'neil acaban de tirar los ceniceros. La nueva ley entró fuerte y parece ser que va a dejar secuelas. Algunos, desconentos con la norma, se alteraban al decir: "si ya no podemos ni fumar en los bares, ¿qué va a ser lo próximo?"; siempre con el pretexto de: "¡es que en España se vive de los bares!",

Siento que les duela adaptarse al resto de países civilizados. Eso en España siempre ha sido un trauma para nosotros. Lo lamento si cuesta hacerse a la idea de que hay gente que no fuma y de que hay profesionales de la hostelería que no fuman. Lo siento si exijo que mis pulmones no sean tan negros como los suyos.


Me parece, sin duda, un lujazo volver a casa y no tener que dejar al aire de la noche la ropa. Me parece un avance -ya sea idea del gobierno de turno o de otros- que no me de rabia tener que entrar a mi pub irlandés de toda la vida y no salir dándome asco.

Que para una reforma buena que conseguimos hacer no lo echemos a perder, por favor, señores. Lo siento por mis colegas fumadores. Me alegro por no tener que tragarme sus drogas.

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