Cuando me monto en tren y veo pasar Madrid detrás de mí se me vuelven a partir los huesos. Se me astillan los sentimientos y las plantas de los pies se me ponen verdes. Verdes del color de las gramíneas.
Cuando me doy cuenta de lo mucho que viví se me encoge la vida en los puños y se me saltan las legañas de no dormir en toda la noche por arreglar asuntos pendientes.
Madrid es un gran luchador. Este año me ha pegado fuerte.
Ahí me voy otra vez
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Oh dios mío, que estoy llorando... será que llevo toda la noche sin dormir, pero maldito capullo, me has rozado bien...
ResponderEliminar:)
ResponderEliminarserán las horas de sueño, niña.